
Contingencia, cuarentena, aislamiento preventivo, diferentes formas de llegar a un mismo punto: estar en nuestras casas, reconociendo que más allá del exterior, lo que importa es el interior. Tal vez, es el mejor momento de reencontrarnos y reflexionar sobre nuestra salud emocional.
Si adecuamos la definición que el psicólogo estadounidense Daniel Goleman hizo sobre la inteligencia emocional en 1995, nos encontraríamos con que esta es la habilidad que los seres humanos desarrollamos para entender los sentimientos que nos ‘gobiernan’ y los que envuelven a quienes están a nuestro alrededor, para manejarlos adecuadamente y no que ellos nos controlen a nosotros.
A partir de lo anterior, se potencian la empatía, autorreflexión, asertividad, comunicación no verbal, adaptación y reconocimiento. Es verdad, esto en palabras, a la hora de escribirlo y de leerlo, suena fácil de lograr. Sin embargo, cuando nos sucede en carne propia, ahí se complica cada palabra, cada definición y peor aún, cada reacción.
Si nos referimos a la intolerancia, que se asemeja al antónimo de la empatía, podemos decir que en Colombia estamos presentando algunas falencias. En cifras de Medicina Legal, en el último año, se presentaron más de 34.000 casos de violencia, de los cuales, cerca de 1.000 resultaron en muertes.
Adaptarnos y evolucionar
Esta nueva situación que estamos viviendo debido al Coronavirus (Covid-19), enmarca dos palabras: adaptarnos y evolucionar. Cabe resaltar que, más o menos, en 1850, Charles Darwin enfatizó en estos términos, haciendo referencia a su importancia para sobrevivir.
En ese entonces, se hablaba de que había una selección natural y, al parecer, el más fuerte sobrevivía. La especie que demostrara rasgos más favorables para la reproducción y adaptabilidad era la elegida para continuar viviendo.
Ahora bien, en la actualidad, y haciendo énfasis en que las dinámicas del mundo han cambiado, pues ya no es de fortaleza, sino de salud mental y emocional, podríamos decir que quien logre manejar sus sentimientos, conseguirá vivir mejor y por ende, más.
Tendremos tiempo, pero ¿contamos con disciplina?
Sin dejar de lado lo anterior y reconociendo que el aislamiento preventivo nos obligó a olvidarnos de los afanes para llegar a un lugar, evadir el ruido, las conglomeraciones y que disminuyeron las relaciones interpersonales, el tiempo para invertir en nosotros aumentó en cierta medida.
Como consecuencia de esto, es decir, tener más tiempo y espacio individual, podríamos decir que la mirada ya no estaría hacia el exterior, toda la atención la tendría lo que nos define, lo que tenemos en el interior.
Por este motivo, tener la disciplina y el interés para reconocernos, volver a lo esencial y redescubrirnos, son dos componentes importantes a la hora de dar el primer paso hacia nuestra salud emocional, porque sin ellos, no seremos capaces de diagnosticar, identificar, tratar y solucionar.
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Beneficios de la inteligencia emocional
Cuando logramos manejar adecuadamente nuestras emociones, logramos equilibrar cada acción.
• Si manejamos la ira, evitamos que nuestro sistema inmunológico se afecte. Además, la ira está relacionada con patologías como la artritis y afecciones cardiacas. Por otro lado, podemos pensar mejor antes de actuar, lo que nos evita juzgar a los demás.
• Si manejamos la tristeza, disminuimos los índices de depresión y aumentamos nuestra capacidad de resolver conflictos. Además, logramos ver el mundo positivamente.
• Si manejamos la felicidad, logramos controlar nuestra capacidad de toma de decisiones, es decir, la impulsividad se reduce, lo que significa que dejamos de hacer promesas que tal vez no podamos cumplir y después nos generen frustración.
Recomendaciones
Para desarrollar nuestra inteligencia emocional, es necesario dedicarnos tiempo y establecer periodos de reconocimiento. En este sentido, es importante saber qué nos causa ira, tristeza, frustración, alegría, entre otras, para así mismo generar planes de acción, autocontrol y regulación.
La empatía no solo es con los demás, también con nosotros. Esta nos ayuda ampliar nuestra visión del mundo y reconocer que cada persona es un universo diferente, por este motivo, es mejor ponernos en sus zapatos, entender sus realidades y evitar los señalamientos. Cada uno lleva en su mente diversas complicaciones o afecciones.
Antes de emitir una palabra o ejecutar una acción, pensemos si vamos a construir o a destruir. Reconozcamos si lo que vamos a decir, nos gustaría que nos lo dijeran a nosotros.
Para lograr lo anterior, existen diferentes opciones, entre estas están las sesiones de yoga, rutinas de ejercicios mentales o de respiración, escribir lo que nos pasa durante el día, asistir al psicólogo o buscar lugares que nos ofrezcan tranquilidad.
Conclusiones
Es fundamental saber que en cuarentena o no, con tiempo o sin él, siempre será necesario dedicarnos espacios para equilibrar las emociones y la mente.
Al parecer, es un buen momento para reflexionar y acordarnos de que más allá delo material, nos tenemos a nosotros, poseemos necesidades, sueños y siempre será un gusto volver a conocernos para evolucionar como seres humanos día a día.