
La historia de la medicina moderna ha estado ligada al desarrollo de las vacunas. Si se quisiera ir a sus orígenes tendríamos que empezar en 1796 con el descubrimiento hecho por Edward Jenner a quien se le considera el padre del biológico que protege a las personas de la viruela.
Lo más reciente, como ya se sabe, son los avances científicos hechos para combatir el COVID – 19. Aunque en la actualidad se habla del Plan Nacional de Vacunación, de etapas, de dosis y de inmunización, no se debe descuidar el esquema que deben recibir los niños para prevenir y controlar enfermedades infecciosas que pueden aparecer en los primeros años de vida.
La Organización Mundial de la Salud publicó esta semana el más reciente balance sobre el panorama de inmunizaciones durante 2019. Según sus cifras, ese año “se administraron tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP3) al 85% de los lactantes de todo el mundo (unos 116 millones), para protegerlos contra enfermedades infecciosas que podrían provocarles trastornos y discapacidades graves, e incluso la muerte”.
Desde NUEVA EPS invitamos a padres y madres de familia a que asistan a su IPS Primaria para que sus hijos completen el esquema de vacunación. Así mismo, se les recuerda que durante la pandemia este proceso de inmunización sigue su curso, siempre y cuando cumplan con todos los protocolos de autocuidado.
“Al recién nacido se le aplica la vacuna BCG (tuberculosis) y hepatitis B. Cuando cumple los dos meses se aplica la primera dosis de pentavalente, que contiene difteria, tétanos, tosferina, haemophilus influenza tipo B y hepatitis B, además de la primera dosis de polio, rotavirus y neumococo”, explica el doctor Alejandro Benavides, de NUEVA EPS.
El esquema debe continuar a los cuatro meses de vida con la segunda dosis de pentavalente, polio, rotavirus y neumococo. A los seis meses, vienen las terceras dosis de pentavalente y polio, además de la primera de influenza. A los siete meses, segunda dosis de influenza y al primer año, la primera dosis de triple viral que contiene sarampión, rubéola y paperas. Esto se completa con la primera dosis de varicela, neumococo y la dosis única de hepatitis A.
Las niñas de nueve años reciben las vacunas del virus del papiloma humano. La primera dosis en la fecha elegida por sus padres y, seis meses después, la segunda aplicación.
El doctor Alejandro Benavides explica que, como todos los medicamentos, las vacunas pueden causar efectos secundarios leves como fiebre baja, dolor o enrojecimiento en el lugar de la inyección. Síntomas que suelen aparecer 24 horas después de la aplicación de la vacuna y desaparecen espontáneamente a los pocos días.
“Estos síntomas leves pueden ser manejados en casa con analgésicos que haya recomendado el profesional de la salud. Pero, si el niño presenta alteraciones de conciencia, enrojecimiento generalizado o dificultad para respirar, debe consultar inmediatamente al servicio de urgencias”, añade Benavides.
De igual forma, para evitar que la aplicación se convierta en un evento traumático que desencadene fobia o pánico a las inyecciones, el doctor Benavides recomienda que durante la aplicación se debe cargar a los niños menores de tres años, pues el contacto piel a piel reduce la angustia en estos eventos.
En el caso de los niños menores de dos años se sugiere amamantarlos durante la puesta de la inyección.
Sin importar el lugar donde vivas, siempre tendrás a disposición una IPS para que tus hijos tengan al día del carné de vacunación. Son seguras, eficaces y protegen a los menores de por lo menos 20 enfermedades como sarampión, polio, rubéola y difteria, entre otras.